viernes, 23 de mayo de 2014

Psicología del niño sordo


Problemas de Atención

La persona oyente, pese a estar absorto en una actividad determinada, está recibiendo, a través de la audición, información de los cambios que se producen a su alrededor (captación de fondo). La persona sorda no dispone de esta fuente de información, por esto interrumpe su actividad para controlar en forma visual el ambiente. Está pendiente de todos los estímulos que están a su alrededor, como una forma de estar en contacto con el medio. El niño sordo en clases, observa la misma conducta, y se le considera con problemas de atención, aunque como cualquier niño también los puede presentar, aunque no es lo más frecuente.
Limitación de la Experiencia

Todo niño se enriquece con lo que ocurre a su alrededor, a través del sonido, las voces, el diálogo, las conversaciones en familia, etc. Como la persona sorda se encuentra aislada en su entorno, presenta una mayor inmadurez de experiencias y cultura. Al carecer de audición no podra llegar a dominar la realidad como otro que oye.
Cierto Grado de Concretismo

El niño sordo es naturalmente observador, y le es muy díficil inferir de aquello que no es observable e implique un grado de abstracción, como el paso del tiempo. Algunos púberes con déficit auditivo, presentan un grado de inmadurez en relación a aceptar sus errores, su capacidad de analizar sus dificultades de interacción que son la base de su conducta familiar y social. Aunque esto no está implicito en todos sus procesos de abstracción, esto se relaciona sobre aquellos que se precisa una deducción de lo que no es observable.
Acentuada Afectividad

En general, el sordo presenta una acentuada afectividad, por su situación de dependencia, aislamiento, dificultad de comunicación y de relaciones sociales en que lo sitúa su falta de audición. Tiene mayor necesidad de amor, amistad, aprecio y consideración, una acentuada sensibilidad a los roces con el medio que lo rodea, es más vulnerable a las emociones, por lo que se afecta con mayor frecuencia e intensidad.
Un aspecto del sonido es su capacidad para provocar y transmitir emociones. Por medio del tono y volumen de la voz nos informamos y reconocemos el enojo y el afecto. Aprendemos que la falta de concordancia entre el tono y el contenido pueden significar sarcasmo o emociones encubiertas: el tono de la ira es diferente del que se usa para la ternura y el amor. La relación del sonido con las emociones es, sin duda, una parte importante del lazo que une al hijo con su madre. Esto es captado y aprendido desde los primeros meses de edad.
Desde el punto de vista del desarrollo emocional, la falta de audición interfiere las condiciones de proximidad, y la facultad de identificar los sentimientos claramente.
Mayor dependencia

Es en la comunicación donde queda de manifiesto su gran dependencia. El interlocutor deberá hablar más lento, situarse con la luz de frente, vocalizar bien, etc. Es por esto que dependerá de la voluntad y paciencia del que habla. Esto para algunos puede ser molesto, más aún si el que habla se dirige en un plano de superioridad.
Permanentemente la falta de comprensión del mensaje, le obliga a solicitar su repetición. En algunas ocasiones requerirá de intermediario cuando necesite hacer un llamado telefónico o atender un llamado, cuando los tonos del hablante le impiden captar en todo el sentido el mensaje.
Agresividad, Brusquedad

Se tiende a calificar al sordo como una persona agresiva, y en realidad esto es una de las tantas conductas que puede presentar el individuo, que se desarrollará en relación al mayor o menor grado de hostilidad y armonía que tenga en su entorno. En este caso, la agresividad no se refiere a agredir a otro físicamente, sino a la brusquedad en sus juegos y/o en su forma de contactarse con otras personas. La agresividad en el sordo se ve más acentuada por tener que encauzarla a través del gesto o expresión corporal, al faltarle la habilidad oral que tiene el oyente.
Su limitación en el plano de la comunicación lo llevará en múltiples situaciones, a no comprender y a no ser comprendido, produciéndole frustraciones. Por ello mostrará conductas de irritabilidad, alejamiento, agresividad. Se debe tener presente que está más expuesto a ser marginado, violado en sus derechos; por lo tanto, sometido a abusos, injusticias, burlas, etc.
Sentimiento de Inferioridad

Los aportes que entrega la audición, en especial el aspecto de comunicación oral, son valorados o sobrevalorados por la persona sorda que carece de este sentido; enfrentada al oyente, hace que desarrolle más facilmente un sentimiento de inferioridad, ya que es aquí donde se hace más evidente su dependencia para establecer una relación comunicativa. A esto, agreguemos que está expuesto, al igual que cualquiera de nosotros, a no tener una oportunidad de ser apreciado por otras habilidades que posea.
Otro aspecto que lleva a veces a desarrollar sentimientos de inferioridad, son los problemas derivados de la no captación de fondo y de la falta de señal de alerta, señaladas anteriormente.

Como he mencionado a lo largo de estas páginas la influencia del grupo familiar, fundamentalmente de los padres, en el desarrollo emocional social de un niño sordo. El tener un hijo con un déficit, cualquiera que sea, remece el grupo familiar en su estructura interna. Aceptarlo toma un tiempo de procesamiento, situación que varía de una familia a otra, de una persona a otra. Por ello es tan importante señalar la fortaleza, perseverancia que deben asentar los padres, pues ello facilitará o entorpecerá el desarrollo emocional-social del niño.

En el caso de un niño con déficit auditivo, derivada de la ansiedd que sienten los padres porque desarrolle el lenguaje oral, olvidando sus otras necesidades como niño. Quizás por ello es muy importante que ambos padres mantengan y apoyen su mutuo equilibrio emocional, porque su hijo los necesita a ambos para ir concretizando y aposentando su relación social y equilibrio emocional.

Finalmente, es importante recalcar que el sordo puede tener un comportamiento psicológico totalmente normal o tan normal como el oyente; en el mismo grado en que el oyente tiene patologías psicológicas, el sordo también las puede tener.

El desarrollo psicológico del niño con discapacidad auditiva

De manera muy resumida, se han encontrado que los niños con discapacidad auditiva tienden a mostrar déficits en las siguientes áreas:

       Problemas de lenguaje. Por ejemplo, los sujetos sordos no pueden adquirir el lenguaje oral de manera espontánea.

       Problemas de memoria. En numerosas ocasiones se ha encontrado que los niños con problemas auditivos tienen una peor memoria que los oyentes, lo que se ha relacionado con déficits en las estrategias verbales que permiten el procesamiento de la información nmónica.

      Problemas de razonamiento. Por ejemplo, algunos trabajos describen cómo las habilidades mentales piagetianas se desarrollan de manera más lenta y difícil en niños sordos.

      Peores puntuaciones en CI. Aunque los datos son poco consistentes, muchos autores señalan que los niños con discapacidad auditiva obtienen una peor puntuación en los tests de inteligencia que sus compañeros oyentes (aunque sin llegar a considerarse dentro del retraso mental).

      Problemas escolares. También son frecuentes los trabajos que muestran las dificultades de adaptación escolar de estos niños y la existencia de un peor rendimiento escolar.

      Dificultades en lecto-escritura. Dentro del ámbito escolar, la lectura y escritura se suelen ver bastante afectadas, lo que de nuevo se ha relacionado con déficits en las estrategias verbales que permiten algunas de las vías de acceso a este tipo de comportamientos.

      Comportamientos disruptivos. Como por ejemplo rabietas, tirar cosas, portarse mal, etc.

      Inadaptación y aislamiento social. En muchas ocasiones, las personas con sordera muestran problemas de adaptación social y una cierta tendencia al aislamiento, que en los niños se manifiesta fundamentalmente en ausencia de juego y en dificultades para establecer amistades dentro del grupo de iguales.

No obstante y pese a que estos problemas están bien descritos en la literatura sobre el tema, son muchos los autores que señalan que la idea de que la sordera está asociada a problemas en el desarrollo, es algo que debe tomarse con bastante precaución. 

Discapacidad auditiva

Es un déficit total o parcial en la percepción auditiva. Si se pierde esta capacidad de forma parcial se denomina hipoacusia y si se pierde por completo se llama cofosis. Además puede ser unilateral o bilateral.

Las personas que sufren esta discapacidad tendrán problemas para oir y se verá afectada su la capacidad de comunicación.

Se detecta a través de una prueba de audiometría para percibir los problemas de intensidad y frecuencia con la que se detectan los sonidos.

La discapacidad auditiva puede ser un rasgo hereditario se puede sufrir a consecuencia de un traumatismo, una enfermedad, una larga exposición al ruido o por la ingesta de medicamentos demasiados agresivos para el nervio auditivo.

Dependiendo del momento en el cual se produzca la discapacidad, y en función de la adecuación del proceso educativo y/o rehabilitador, se encontrarán personas que realicen lectura labiofacial y que se comuniquen oralmente u otras que se comuniquen a través del lenguaje de signos (UCV).


Tomado de: http://universitarios.universia.es/

viernes, 9 de mayo de 2014

continuación II: Aspectos psicológicos de la ceguera



Sistema olfativo y gustativo:

Los datos del olfato y el gusto son transmitidos por sustancias químicas que forman parte de la materia. Los mismos se mezclan en el cerebro para una mejor interpretación sensorial.

Ambos sentidos están íntimamente relacionados en el desarrollo del reconocimiento y discriminación de olores y sabores.

El sentido del gusto puede percibir sólo cuatro cualidades: dulce, salado, ácido y amargo.

Este proceso de discriminación se complementa con los olores que llegan desde la cavidad bucal a la nariz.

La boca proporciona también información de la forma, textura y tamaño del objeto.

En los niños ciegos la función olfativa desempeña una función muy importante ya que utiliza este sentido como fuente primaria y complementaria de información del entorno. Los olores despiertan curiosidad, son un estímulo motivador para iniciar la exploración y clave para la orientación.

El sentido del olfato es muy importante para los disminuidos visuales.

Respecto a la identificación de olores, se ha observado que los videntes tienen una sensibilidad absoluta más desarrollada que los ciegos, mientras que estos son mejores en la tarea de identificación de olores.

Parece que el olfato sigue el mismo curso de adaptación funcional que el tacto o la audición en los disminuidos visuales, esto es, los ciegos no son mejores que los videntes para detectar la presencia de un olor, pero una vez detectado los ciegos son más capaces de categorizarlo.

Sistema táctil – kinestésico :

Barragá denomina así a los sentidos que tienen sus receptores en la piel (exteroceptores) y las articulaciones y los músculos (propioceptores) que comprenden el tacto, el movimiento, la posición, el equilibrio y las sensaciones de temperatura.

La percepción kinestésica es la capacidad de saber donde está ubicada cada parte del cuerpo en relación a su propio eje y al espacio inmediato vinculado con los objetos que lo rodean, permitiendo realizar los movimientos necesarios para una actividad. Las posiciones de los huesos, tendones y articulaciones informan al cerebro y éste orienta al cuerpo en el espacio. En ausencia de la visión la referencia que regula el equilibrio y los movimientos proviene del oído.

El sistema vestibular detecta la posición y el movimiento del cuerpo en el espacio a partir de la información suministrada por estructuras especiales ubicadas en el oído interno. Esta información pasa por lo general, desapercibida, pero resulta básica para los mecanismos que mantienen la postura y la coordinación de los movimientos.

En las personas con visión normal se produce una convergencia entre la información vestibular, la cinestésica y la visual. En las personas ciegas los receptores vestibulares tienen una importancia crucial.

Las sensaciones cutáneas se producen por la acción mecánica del objeto sobre la piel y pueden ser: de presión, de vibración, de temperatura, de dolor, de escozor y de contacto. Los órganos receptores de estas sensaciones son los corpúsculos de MEISNER y los de PACCINI que se encuentran en determinados puntos de la piel llamados puntos de contacto.

Su distribución varía según la zona del cuerpo siendo más numerosos en la yema de los dedos.

Las sensaciones cutáneas de contacto están estrechamente ligadas a las kinestésicas y funcionan unidas a ellas en las manos, combinación denominada tacto.

La particularidad del tacto determina que las sensaciones propioceptivas causadas por el movimiento de las manos y su contacto con el objeto nos informa de las cualidades de éste.

Los cambios en la tensión muscular, junto con las sensaciones cutáneas nos informan sobre la temperatura, la tensión, la dureza, la rugosidad, etc.



Desarrollo de la sensibilidad cutánea.

De acuerdo a los datos disponibles se ha podido pensar que en las tareas relacionadas con la sensibilidad cutánea los niños ciegos suelen ser mejores que los videntes; pero por otro lado se observó que el umbral inferior de discriminación táctil en la yema del dedo índice derecho es más bajo en los niños ciegos ( lectores de braille ), que en videntes.

En la mayoría de los estudios realizados no se ha analizado la sensibilidad táctil evolutivamente, pero algunos parecen indicar que en los niños ciegos mejora con la edad y las diferencias con los videntes se hace más notable en la adolescencia.

Las tareas de discriminación de texturas, generalmente son realizadas con la misma habilidad por niños videntes y ciegos y parece mejorar con la edad especialmente a partir de los 7 años.

La discriminación táctil de la forma, especialmente cuando se trata de objetos desconocidos para los niños, está muy relacionada con el dominio de estrategias de exploración y por lo tanto con aspectos más generales del desarrollo cognitivo.

Contrariamente el desarrollo de la capacidad de discriminación entre distintas longitudes no parece estar ligado al desarrollo cognitivo general. Algunos autores señalan que los niños ciegos discriminan tamaños y longitudes con mayor precisión que los videntes.

Los datos respecto a la discriminación de pesos son muy escasos y, en términos generales, no se produce ninguna mejora entre 8 y 14 años, pero los niños ciegos se destacan más que los videntes en estas tareas.

Según Leonhardt a partir de los primeros días de vida el bebé ciego comienza a dar respuesta a las sensaciones que recibe del medio, mostrando actitudes de alerta y de placer cuando se acarician sus manos.

Al mes y medio ya puede discriminar las manos de su madre, manifestando aceptación de éstas y rechazo por las personas extrañas.

Estas conductas primarias de acercamiento táctil se ven afectadas cuando el bebé se siente rechazado.

Las primeras interacciones con el medio son de carácter global y lo realiza con todo el cuerpo, pero la boca y las manos son los principales órganos de conocimiento para la exploración de las cualidades de los objetos.

En el niño ciego el reconocimiento por la boca se mantiene durante más tiempo valiéndose de ella para una primera apreciación del objeto que complementará con las manos y otros sentidos.

A partir del año de vida el niño puede anticipar la forma del objeto conocido, porque sus manos adoptan la postura adecuada para sostenerlo. También puede buscar objetos que se han caído, rastreándolo con la yema de los dedos.

En los primeros meses de vida el niño no puede anticipar la fuerza que necesita para sostener un objeto. Alrededor de los 9 meses, al acomodarse los receptores musculares del hombro y del brazo, al peso variable, el niño comienza a anticipar correctamente el peso del objeto conocido. Al experimentar con objetos desconocidos el cálculo comienza a fallar porque aún no ha alcanzado la capacidad para generalizar las relaciones forma – tamaño – peso.

A partir de los 2 años aparece la respuesta anticipatoria que determina una conducta kinestésica más apropiada.

La percepción táctil provee información acerca de la rigidez del objeto, la unidad del objeto, la estabilidad del objeto y finalmente el peso, la textura, la forma y el espesor del objeto.

Las impresiones que se reciben por esos canales sensitivos brindan una información realista que debidamente procesada y analizada, permiten formar una idea de la situación que se debe enfrentar.

Continuación: Aspectos psicológicos de la ceguera


FUNCIONES PERCEPTIVAS.

Es el proceso por el cual se descubre, reconoce e interpreta la información procedente de los estímulos físicos.

Esta capacidad se incrementa y perfecciona a medida que la experiencia acumulada, respecto de una amplia cantidad y variedad de estímulos, se integra en estrategias cognitivas que el sujeto puede aplicar a nuevas situaciones problemáticas.

1) Exploración del objeto: es la cuidadosa inspección visual del objeto. Es necesario coordinar el enfoque y la motricidad fina con la actividad cognitiva, ya que el niño debe dar sentido y comprender lo que ve. El primer objeto de exploración es la cara humana (madre), contacto visual base de la capacidad del sistema visual.

A los 2 meses el bebé observa objetos y personas hasta 2 m.

A los 3 meses, exploración de sus manos en la línea media.

Entre 3 y 5 meses manipula objetos cerca de sus ojos.

A los 6 meses se interesa por objetos pequeños.

Entre los 7 y 8 meses explora visualmente objetos manipulándolos y observando el resultado de sus acciones.

A los 2 años explora el espacio lejano utilizando sólo la vista.

A los 4 años percibe detalles.

Entre los 5 – 6 años puede observar y aparear letras y palabras, es decir, elementos abstractos.

La disminución visual afecta mucho esta función, disminuyendo el deseo y la inclinación por explorar.

2) Reconocimiento de objetos: es la familiaridad con los rasgos que caracteriza un objeto y que lo diferencia de otros objetos.

A las 6 semanas se observa conductas que evidencian los reconocimientos de la cara de la madre. Este no es sólo de tipo visual.

Entre los 11 y 12 meses puede reconocer algunas formas o dibujos.

Entre 12 y 18 meses reconoce objetos como utensilios, ropa, etc.

Entre los 2 y 3 años reconoce representaciones visuales planas.

Esta función implica el empleo y la integración de todos los sentidos y es posible que su adquisición se vea afectada por la deficiencia visual, a corta distancia.

3) Discriminación del objeto: es la capacidad de percibir semejanzas y diferencias entre los objetos. Los niños con baja visión pueden ser incapaces de ver las diferencias, aunque sí hayan incorporado la capacidad de discriminar, lo que puede comprobarse permitiendo que el niño toque los objetos.

4) Memoria visual: es la capacidad de evocar imágenes de objetos o situaciones que ya no se encuentran presentes.

La evocación surge alrededor de los 8 meses y se manifiesta por el aumento de la atención, inhibición momentánea de la acción motora ante acontecimientos inesperados, e indicios de miedo ante acontecimientos discrepantes.

Esta capacidad mejora constantemente a partir de los 9 meses.

Entre los 3 y 5 años es capaz de recordar detalles, en dibujos complejos y entre los 6 y 7 años puede reproducir de memoria símbolos abstractos.

La capacidad de recordar y retener en la memoria se acompaña con la de realizar representaciones de lo que podría ocurrir en una circunstancia dada.

Las imágenes mentales de los niños disminuidos visuales no son tan fieles a la realidad como la de los niños con visión normal.

5) Identificación del objeto: es la capacidad de nombrar una cosa o responder a una consigna verbal seleccionando el objeto indicado. Está relacionado con la función simbólica.

6) Constancia del objeto: es la que indica al niño que el objeto sigue existiendo, aún cuando quede fuera del campo visual.

7) Relaciones espaciales: es la organización de los datos sensibles, que nos permiten obtener una representación de los objetos en el espacio y de sus relaciones.

La génesis de esta capacidad está dada por la progresiva integración de las sensaciones visuales, táctiles y kinestésicas, con la actividad motriz.

Las primeras ideas espaciales son de carácter topológico. En el período operatorio estas relaciones dejan lugar a las proyectivas y euclidianas y luego a las dimensionales.

Los conceptos más complejos que aparecen entre los 3 y 5 años son:

Figura – fondo.

Parte – todo.

Oclusión parcial.

Percepción de profundidad y perspectiva.

El niño con baja visión puede tener dificultades para interpretar estos fenómenos por lo cual deben trabajarse aspectos como el tamaño relativo, la elevación, la línea de base, la convergencia lineal y los matices tonales para que pueda comprender la representación bidimensional de la perspectiva.

Si las estructuras físicas del ojo funcionan normalmente, las células de la retina envían flujos de energía eléctrica a través del nervio óptico hacia el cerebro.

La cantidad y calidad de luz recibida por la retina genera energía que involucra al sistema neurológico.

Cada uno de los elementos del sistema debe trabajar sincronizadamente para el desarrollo de las capacidades visuales de fijación, seguimiento, enfoque, a acomodación y convergencia.

La acción de mirar provee al cerebro de una reserva de imágenes visuales, que son elaboradas y perfeccionados durante el desarrollo perceptivo.

La medida en la que un defecto en una o más partes del sistema visual afecta el desarrollo no se conoce bien aún; pero se desarrollarán con mayor dificultad o más lentamente.

Hay evidencia de que siempre que la luz entre al ojo, el desarrollo visual es posible; pero las distintas patologías determinarán dificultades en relación a:

el control de los músculos del ojo.

El enfoque del objeto visual.

La formación de imágenes significativas.
Si la información visual es borrosa o distorsionada se puede producir un impedimento en la adquisición espontánea del conocimiento visual. También presenta dificultades en la integración visomotora debido a la percepción desproporcionada de las formas, de las posiciones en el espacio, de la profundidad y de la falta de discriminación de formas por insuficiencia de contraste.

Estos niños necesitan ser enseñados a desarrollar sus capacidades perceptivas para lograr la mayor eficiencia de su potencia visual.

El sentido auditivo.

La discriminación del sonido es una adquisición bastante tardía en el desarrollo infantil. El primer estímulo auditivo al que responde el niño, es la voz humana. El proceso auditivo es muy complejo. Vivimos en un mundo sonoro y los sonidos provenientes de distintas fuentes no invaden permanentemente. La amplitud de estímulos sonoros permite el desarrollo y sensibilización creando un recurso para la seguridad y la defensa ante el peligro.

Hay una cantidad de sonidos sobre los cuales el hombre no tiene control y darle significado a estos sonidos es muy difícil cuando se carece de la visión. Para que adquieran significación debe estar acompañados con el estímulo táctil, lo cual es muy difícil de lograr naturalmente.

La carencia del estímulo visual produce una separación del ambiente físico que produce efectos diferentes según la etapa del desarrollo del niño.

En los primeros meses de vida, el bebé por reflejo gira la cabeza en dirección al sonido. La información sonora es utilizada por el bebé normal recién en el 5º o 6º mes; la discriminación de sonidos se da antes del primer año y luego la asociación objeto – sonido, excepto la voz humana que es el primer estímulo al que responde.

En el desarrollo evolutivo el niño debe adquirir la capacidad de localizar, interpretar y discriminar el sonido.

En el niño sin visión la retroalimentación de la conducta refleja al sonido por la imagen visual debe ser reemplazada con el contacto provocado para que pueda establecer la relación objeto sonido.

La capacidad de alcanzar un objeto, localizándolo sólo a través del sonido que produce bastante demora en adquirirse.(10 u 11 meses).

Según Barraga, la secuencia de aprendizaje para comprender y dar significado al sonido es la siguiente:

Conciencia y atención del sonido: respuestas activas de movimiento corporal cuando un sonido se relaciona con un objeto o acción particular.

Respuesta a sonidos específicos: comienzo de la coordinación audio – manual; manipulación de objetos para percibir el sonido que produce.

Discriminación y reconocimiento del sonido: utiliza el sonido para organizar sus movimientos y que puede asociar las voces y los objetos. Incremento de la memoria. Etapa muy importante para el niño ciego ya que la diferenciación de la fuente sonora lo estimula a desplazarse para encontrar el objeto.

Reconocimiento e interpretación de palabras: se organiza el lenguaje asociando la palabra con el objeto o con las acciones. Parte de la estimulación adulta.

Atención selectiva a instrucciones verbales: implica la selección entre sonidos que evidencian un incremento en la concentración.

Procesamiento auditivo para el aprendizaje. Desarrollo esencial para el progreso académico.

Algunos conceptos relacionados con el esquema corporal y orientación especial se adquieren a través del oído.

El sentido del obstáculo:

La habilidad para detectar obstáculos, es una de las funciones perceptivas en las que se han encontrado más diferencias entre ciegos y videntes.

El “sentido del obstáculo” o “visión facial” es el fenómeno perceptivo más llamativo.

Muchos ciegos sienten que pueden detectar obstáculos aunque no pueden explicar como lo realizan.

Es conveniente señalar que los ciegos tempranos, desarrollan más esta función que los ciegos tardíos.

Los datos disponibles sobre el desarrollo de la percepción auditiva en niños ciegos, son comparables a los disponibles acerca del desarrollo de la percepción táctil, pudiendo afirmar que no se encuentran diferencias entre ciegos y videntes en lo que se refiere a la descripción de fonemas o generalización de tonos, mientras que los datos comienzan a ser más difíciles de interpretar cuando se requiere de los sujetos que lleven a cabo tareas con requisitos cognitivos superiores.

Estudios realizados han mostrado que los niños ciegos son mejores que los videntes en tareas de extraer secuencias cortas de sonidos, de secuencias más complejas y que tienen una mayor amplitud de memoria para letras cuando éstas son presentadas acústicamente.

El oído contribuye, especialmente en el caso de los deficientes visuales a la estimación de distancias y a la localización de elementos en el espacio.